Batman, Robin y el batiwolwagen bromista: una persecución con más risas que velocidad.

Batman y Robin estaban persiguiendo al Wason por las calles de Ciudad Gótica cuando, de repente, el Batimóvil se descompuso justo en medio de la acción. Sin perder tiempo, saltaron al batiwolwagen, su viejo y maltrecho Volkswagen pintado con el logo de Batman, y continuaron la persecución. El Wason, viendo a sus enemigos en ese destartalado carrito, no pudo contener la risa. “¡¿En serio van en ese juguete?! ¡Parecen más payasos que héroes!”, gritó burlón mientras aceleraba en su moto, dejando atrás la nube de humo del batiwolwagen. Batman intentaba mantener la compostura mientras Robin luchaba con la palanca de cambios: “¡Esto no es un coche, es un horno con ruedas!” Finalmente, tuvieron que rendirse y esperar a que Alfred llegara con sus herramientas. Cuando Alfred apareció, levantó el capó del Batimóvil y dijo con su calma habitual: “Un cable suelto, muchachos, nada que no pueda arreglar en un par de minutos”. Mientras Alfred reparaba el Batimóvil, Batman y Robin se sentaron resignados en el batiwolwagen, que chirriaba con cada movimiento, y escucharon cómo el Wason se alejaba feliz y burlón. “Al menos tenemos a Alfred”, dijo Batman, y Robin respondió, “Sí, aunque ojalá el batiwolwagen pueda aguantar hasta que esto pase y poder regresar a la baticueva”. Mientras Alfred terminaba de reparar el Batimóvil, Batman y Robin seguían atrapados en el batiwolwagen, que emitía pitidos y chirridos cada dos segundos. Alfred, con una sonrisa pícara, se acercó y dijo: “¿Quieren que le dé una miradita al batiwolwagen también? Aunque no prometo que lo deje tan rápido como el Batimóvil”. Batman suspiró y respondió: “Si sobrevive más de cinco minutos, será un milagro”. Alfred sacó un destornillador y comenzó a revisar el batiwolwagen, cuando de repente el coche emitió un sonido parecido a una risita mecánica. Robin se asustó y preguntó: “¿Eso fue… una risa? ”Alfred levantó una ceja y dijo: “Este coche tiene más personalidad que algunos villanos, creo que se está divirtiendo con ustedes”. Justo en ese momento, el batiwolwagen lanzó un humo con olor a popcorn y empezó a girar en círculos, mientras Batman y Robin gritaban y Alfred solo se reía. “Bueno, al menos no están aburridos mientras esperan”, concluyó. Y así, reposando y riendo, Ciudad Gótica fue salva de nuevo… aunque esta vez gracias a Alfred y a un batiwolwagen muy bromista.

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